Observo en esta novela de Andy Weir algunas coincidencias con El marciano, su opera prima: un astronauta que no es un astronauta se encuentra aislado del resto de la humanidad y debe apañárselas para salir adelante gracias a su ingenio y a sus conocimientos.
Aquí acaban las similitudes: mientras que la
primera obra transcurría en Marte -por lo que la comunicación con la Tierra, si
bien presentaba dificultades, era factible-, esta se desarrolla en las
proximidades de Tau Ceti, que está un poco más lejos. Por otra parte, en lugar
de alternar lugares, lo que alterna son momentos, conforme el protagonista va
recobrando la memoria. Y si El marciano era ciencia ficción con más
ciencia que ficción, en esta novela la ficción gana terreno, ya que aparecen
extraterrestres (y benevolentes, además, aunque puede ser porque la necesidad
apriete).
Un punto que no me gusta tiene que ver, no
con el autor, sino con los traductores, que podrían haber terminado el trabajo
y dar el título completamente en español: Proyecto Ave María.
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