Pensando que siguen a mediados del siglo XIX, cuando su ideología fue excretada, los marxistas creen que pueden engañar a todos todo el tiempo.
No se dan cuenta que, con la mejora de las
comunicaciones, el mundo ha, por así decirlo, encogido. Ya no puedes engañar a
casi nadie casi nunca, salvo que el engañado quiera serlo voluntariamente.
Y cuanto más se sabe de la flotilla humanitaria
que zarpó desde Barcelona rumbo a Gaza, mayor es el ridículo. Porque sólo
dos días después de la salida inicial se supo que tal salida fue en
realidad una especie de puesta en escena para los medios de comunicación, pero
que una mayoría de embarcaciones se limitaron a cambiar de muelle mientras que
las pocas que zarparon no llegaron prácticamente ni a Badalona antes de dar la
vuelta.
Más tontos y se hunden antes siquiera de levar anclas.
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