En el Levante español tenemos dos ejemplos del doblevarismo del partido de la mano y el capullo.
Rita Barberá fue acusada de un delito que no
había cometido. Dio igual, durante meses la izquierda le hizo la vida imposible
y fue abandonada por los de su partido. Tan imposible le hicieron literalmente
la vida que acabó muriendo sola en un hotel.
Luego está el caso del excomisionado del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer para la reconstrucción
tras la DANA del año pasado en Valencia, que dimitió tras haberse descubierto
que falsificó, no su currículo, sino un diploma de un título universitario (y
bastante mal, no sé cómo nadie se dio cuenta de ello), y ha estado viviendo del
cuento cuarenta años.
Por lo visto, el pobre hombre no pudo
resistir la presión (o la vergüenza) e intentó suicidarse. Afortunadamente, le
descubrieron a tiempo y fue trasladado al hospital, donde le dieron el alta en
apenas doce horas. Lo que no fue óbice ni cortapisa para que la ninistra de
Universidades de ese gobierno para el que los títulos tienen tan poca importancia,
al parecer, le deseara mucha suerte…¿para la próxima vez?
Vamos, que no, que no me creo ni la mitad de la mitad.
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