La izquierda internacional y los separatistas regionales españoles tienen en común que están tan acostumbrados a que se les haga caso -siquiera por el medio de no replicarles como merecen- para no tener que escucharles, que se han malacostumbrado.
Como los niños malcriados que son, creen
tener derecho a todo y llevar siempre razón. Y cuando se les lleva la
contraria, cogen una rabieta y patalean.
Esto es lo que ha sucedido en el festival de
cine de Venecia. Habían presionado para que resultara premiada una película
sobre Gaza… contado, claro está, desde el punto de vista de los palestinos. Y cuando
sus presiones fracasaron, se indignaron.
Se ve que no todos bailan a su son.
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