Desde hace mucho tiempo estoy convencido, y así lo vengo diciendo una y otra vez, que en el caso de los separatismos periféricos, el partido de la mano y el capullo no es parte de la solución, sino del problema.
Ocurre en Vascongadas, con su comprensión de
las actividades de la banda terrorista asesina de ultraizquierda, su propensión
a negociar con ellos y su tendencia a blanquearlos, aunque el suelo estuviera
tinto de la sangre de miembros de su partido.
Y ocurre en Cataluña, donde la franquicia
regional, cuando ha gobernado, ha adoptado los modos y maneras de los
secesionistas, sin disimulo y en un grado todavía mayor: del victimismo a la
mentira, de la desobediencia a las normas legales y resoluciones judiciales al
latrocinio con desfachatez.
Y ahora es el filósofo perico, antaño corresponsable
de la muerte de cien mil personas y hogaño presidente del consejo regional de
gobierno, el que blanquea al fugado Cocomocho por encargo del psicópata
de la Moncloa, y le da una foto histórica.
Que fotos ya tenía, pero no con un cargo político de semejante nivel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario