Voy a decirlo claramente: Eduardo Casanova me cae mal, no le soporto. No por ser homosexual, actor o de izquierdas (todo eso serían circunstancias agravantes, incluida la primera… no es que me caigan mal los homosexuales per se, pero es que si alguien me cae mal y, además, es homosexual del ramo escandaloso, la cosa empeora), sino porque es un estúpido y, sobre todo, un maleducado.
Su último proyecto cinematográfico
(para seguir chupando del bote, más bien, porque parece que sus bodriometrajes
no los ven ni quienes trabajan en ellos) es una serie de vampiras afectadas por el virus de inmunodeficiencia humana y que hablan un lenguaje inclusivo.
Si a eso le unimos que, por lo visto, ha
hecho unas declaraciones en las que unía una cópula homosexual con un enema y
una deposición… pues apaga y vámonos.
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