Lo peor de la situación política española actual no es que, con la que está cayendo, los dos partidos de la oposición -puesto que la oposición real, como mucho, la hacen sólo dos partidos políticos de toda la ensalada de siglas que hay en los hemiciclos de las Cortes Generales- no tengan, según las encuestas, una mayoría absoluta, abrumadora, aplastante, de rodillo.
No, lo peor es la contrapartida, es decir,
que el partido de la mano y el capullo, de las putas y la droga, del latrocinio
y los enchufes, de la inepcia y la maldad, del egoísmo y la psicopatía, de las
alianzas y la sumisión con golpistas, terroristas, separatistas y comunistas ,
ese partido tenga, todavía, ciento diez escaños, cuando debería haber sido
arrojado a las tinieblas extraparlamentarias.
Pero oye, aunque muchos le tengan que votar
avergonzados y tapándose las narices (cuando no los ojos y los oídos), al menos
no gobierna la derecha.
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