Lo peor de un político con responsabilidades de gobierno -es decir, de un gobernante- es que su actuación se guíe no por la realidad, sino por sus prejuicios ideológicos.
Puede que sea porque soy de derechas, pero mi
impresión es que eso sucede más en la izquierda, sobre todo en la española. Ejemplo
típico es el psicópata de la Moncloa que comanda el desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer. Su estrategia para combatir la plaga de los incendios forestales es un pacto por el clima, crear una (¡otra
más!) agencia estatal y plantear una estrategia nacional de resiliencia.
Que no está mal, pero ignorar a los cincuenta
y seis detenidos y ciento cuarenta y dos investigados, y achacar los incendios al cambio climático, entra dentro de la obstinación prejuiciosa… y perjudicial.
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