Cuando alguien tiene convicciones reales, las sigue sin dar tres cuartos al pregonero. Por el contrario, cuando todo lo que hace alguien es ampliamente publicitado, puedes estar seguro de que se trata de una charada.
Tomemos el caso de la llamada flotilla de
la libertad (o como se llame: la verdad es que, como diría Rhett Butler, no
se me da un ardite), que zarpó de Barcelona (varias veces) rumbo a Gaza para
(dicen) protestar contra el (presunto) genocidio que Israel estaría perpetrando
contra los palestinos (sí, he puesto muchos paréntesis; ha sido a posta).
Los rumores que corren es que las juergas a
bordo de la flotilla harían que los cruceros de Vacaciones en el mar
parecieran, por comparación, retiros monacales. Pero como tienen que mantener
la atención y el apoyo de sus partidarios, informaron de que se había producido
un ataque por parte de Israel… ataque que fue desmentido por el gobierno de Túnez.
Cuando cualquiera con dos dedos de frente sabe que lo que más le interesa a Israel es que la flotilla llegue a Gaza, donde serán los terroristas de Hamas los que se encarguen de que no quede ni uno…
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