Hay
mucha gente en Occidente que sostiene -quiero pensar que por desconocimiento o
ignorancia, antes que por mala fe- que la religión que profesan los mahometanos
es una religión de paz. Desde mi punto de vista, nada más alejado de la
verdad.
De
las tres religiones del libro -judaísmo, cristianismo y mahometanismo-,
es la única que se expandió, fundamentalmente, por la espada. Es también la
única de las tres que no tolera, en aquellos países donde es la religión
oficial, culto público de otras religiones. Asimismo, es la única de las tres
en la que las dos corrientes principales se profesan un odio asesino
(literalmente). Finalmente, es la única de las tres en las que el Derecho laico
(civil, penal…) no existe, porque el religioso es omnímodo.
Es
esa religión de paz la que reclama la catedral de Córdoba para el culto
mahometano, obviando que, si bien la catedral reconvirtió la mezquita
preexistente, ésta se edificó, a su vez, sobre un templo cristiano. Es esa religión
de paz, en fin, la que ha resacralizado la basílica de Santa Sofía,
en Constantinopla, y la ha vuelto a convertir en mezquita, obviando -lo de
obviar según qué cosas se les da muy bien a los mahometanos y a sus corifeos-
que, si bien fue durante cinco siglos lugar de culto a Alá, el edificio actual
fue, durante el doble de tiempo, un sitio donde se elevaban preces al Dios
cristiano.
Es esta religión de paz, por último, la que advierte que esto es sólo el anuncio de cosas que vendrán.
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