Suele
acusarse a la derecha -por parte de la izquierda, claro- de retrógrada, refractaria
a la cultura, coartadora de la libertad artística y de expresión y todo eso. Los
que somos de derechas tenemos, claro está, otra opinión.
¿Había
libertad de opinión y artística en la Unión Soviética y países sometidos? Que
se lo digan a Pasternak o Solzhenitsyn. ¿La hay en la China comunista o en la
Cuba de los Castro? Y a los que me hablen de la Alemania nazi o de la Italia
fascista, les recordaré que, por mucho que les duela a los pijiprogres, esas
ideologías nacieron en la izquierda.
Desde
hace ya décadas, so capa de la llamada corrección política, se ha
coartado la libertad de expresión, de opinión y hasta de creación. Los ofendiditos
han crecido como setas en el estiércol, pero no ha sido hasta ahora que centenar
y medio de intelectuales y artistas considerados
(¿autoconsiderados, quizá?) progresistas han firmado una carta quejándose de la intolerancia de la izquierda en Estados Unidos.
Pues
sí que han tardado en darse cuenta, estas lumbreras… Algunos, desde que surgió
la iniciativa de quitar todos los nigger de Huckleberry Finn,
lo teníamos meridianamente claro. Diáfano. Cristalino, incluso.
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