Una
de las matracas más repetidas por los golpistas catalanes es que ellos son un
pueblo diferente (y mejor) del resto de los españoles. Sin embargo, cuando descendemos
a la realidad, nos encontramos con que son, al menos, tan malos como todos en
la vieja piel de toro: únicamente ocurría que allí imperaba la norma del oír,
ver y callar.
Por
ejemplo, los retroprogres achacan a la iglesia católica estar trufada de
curas pederastas. ¿Ocurre algo diferente en el clero catalán? Al contrario: en
el monasterio de Montserrat (si no recuerdo mal), por ejemplo, hubo casos… que
se ocultaron por ser la abadía un vivero nacionalista.
Ahora
sabemos que uno que fuera consejero regional, un tal Alfredo Bosch, sabía que
su jefe de gabinete acosaba sexualmente a funcionarias. ¿Hizo algo, acaso, en
relación con esta conducta tan denostada por todo el progrerío,
especialmente el feminazi? Pues sí, hizo tres cosas: la primera, oír; la
segunda, ver; la tercera, callar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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