Los
defensores de lo políticamente correcto son una panda de fanáticos, de
extremistas. Y como ocurre con toda la gente de esa ralea, nunca se es lo
bastante fanático ni lo bastante extremista. Y quien ayer estaba en un
pedestal, hoy es puesto a caer de un burro.
Es
lo que ha ocurrido con J.K. Rowling, la autora de la saga de Harry Potter,
por decir algo que no sólo es cierto, sino que es evidente: que sólo las mujeres pueden menstruar. Esta afirmación, que luego desmenuzaré, fue tachada
de denigrante, se ha solicitado el boicot contra sus libros y algunas librerías los han retirado.
Y,
la verdad, no veo por qué. Es incontrovertible que sólo las mujeres pueden
menstruar. Lo que no signifique que todas las mujeres lo hagan, ni siquiera que
todas puedan hacerlo. Porque hay mujeres según la definición tradicional
que no menstrúan: las núbiles, las postmenopáusicas y aquellas que, por alguna
malformación o enfermedad no lo hacen.
Considerar
eso un ataque a la transexualidad es una chorrada como un castillo. Bibiana
Fernández podrá sentirse todo lo mujer que quiera, podrá ser considerada una
mujer e incluso estoy dispuesto a admitir, a efectos dialécticos, que es
una mujer. Pero estoy dispuesto a jugarme mis partes nobles, e incluso mi
cabeza, a que jamás ha menstruado.
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