Las
turbas no piensan. Ni como colectivo ni, con frecuencia, como individuos. Una
vez lanzadas, arramblan con lo que se les pone por delante, aunque los
resultados estén en flagrante contradicción con lo que se supone que les
impulsaba.
Con
motivo de la muerte de George Floyd se desató el movimiento Black live
matters: la vida (de una persona) negra importa. Al parecer, la de los que
no lo son, en general, y la de los blancos, en particular, no importan, o no
importan tanto.
Sin
embargo, y volviendo al párrafo inicial, los energúmenos iconoclastas no paran
en barras. Y lo mismo derriban una estatua de Cristóbal Colón que otra deFrederick Douglass. ¿Qué quién era ese tío? Pues hasta que leí la noticia no
tenía ni idea, pero parece ser que no sólo era un famoso (evidentemente, para
quienes derribaron su estatua, no tanto) líder antiesclavista sino que, para
remate, además era negro.
Toma
nísperos…
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