Como
parece que en mi lista de lecturas los libros de Stephen King y los de John
Grisham van el uno del otro en pos, tras El caso Fitzgerald me he
endilgado esta novela del autor de Maine.
Como
en la mayoría de sus obras -por no decir todas-, la duda no es si el bien
acabará triunfando sobre el mal, sino cuántos de los buenos llegarán
vivos a la última página. Y en ese sentido, esta novela no defrauda. Sigue también
el que llamo método de la bola de nieve: la historia discurre lentamente
al principio, para luego ir acelerando y acelerando hasta resolver todo en una
gran traca final.
El
malo es en esta ocasión el hombre del saco, el sacamantecas, el coco.
Stephen King logra meter todo eso dentro de una novela de detectives, una
especie de spin off de la trilogía de Bill Hodges, manteniendo
más vínculos con las dos últimas novelas de la misma que con la primera, en el
sentido de que el elemento sobrenatural no sólo está presente en la trama, sino
que es un elemento esencial de la misma.
Por
momentos, esta novela me ha recordado a It, en el sentido de que un
grupo de personas (todos varones, menos una chica) deben enfrentarse a un ente
sobrenatural… y a su propio escepticismo, en el caso de algunos.
Para
finalizar, una observación: yo habría traducido outsider no por visitante,
sino por forastero o extraño.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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