El desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer lo ha hecho de puta (hoy voy a gastar la palabrita) pena en relación con la pandemia de la Covid-19. No es que las autoridades europeas lo hayan hecho mucho mejor, pero eso no les disculpa.
Ahora tenemos el lío montado con
la vacuna de AstraZeneca: se dio la primera dosis a un número importante de
personas, ha surgido la alarma, se ha suspendido la vacunación y luego se ha
decidido que se suministrará sólo a personas de entre sesenta y sesenta y cinco años, para pasar veinticuatro horas después a todos aquellos que tengan entre sesenta y sesenta y nueve años.
Con independencia del rango de
edad, ¿y los que se quedan a medias? Aquellos que están fuera de ese rango de
edad y a los que ha se ha inyectado la primera dosis , pero no la segunda. Eso no
lo aclaran, como tampoco las razones del cambio de criterio: porque si la
vacuna tiene riesgos ¿va a mirar el líquido inyectado el carnet de identidad
del paciente para saber si le provoca un trombo o no?. Y hay personas de
setenta años en mucho mejor estado físico que otras con diez o quince años
menos.
Y mientras Madrid, que acata la
decisión -para que luego vayan diciendo los giliprogres que si torpedea-, ha mostrado su rechazo al acuerdo alcanzado entre el Ministerio de Sanidad y las
comunidades autónomas sobre la vacuna por no basarse en las conclusiones del Comité
para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia Europeo.
Por ello, y por mucho más…
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