El psicópata de la Moncloa ha conformado un consejo de ninistros -el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer- a su imagen y semejanza: fatuos, sin escrúpulos, presuntuosos, inanes intelectualmente, insensibles, displicentes, miserables…
Una ninistra en la que se
dan en no pequeña medida esas características es la de (mala) educación, la
vasca Celaá: está contra la escuela privada y/o confesional, aunque llevara a
sus hijas a ese tipo de escuela; es socialista, pero tiene posesiones
inmobiliarias como para parar un carro; y, a pesar del departamento ninisterial
que encabeza, no tiene ni refitolera idea de nada.
Interpelada en el Congreso de los Diputados por un parlamentario popular acerca del hecho de que el engendro legislativo que ya han apodado con su apellido supondrá la desaparición de la educación especial, respondió con soberbia y displicencia, insinuando que el que la preguntaba no sabía de lo que hablaba. Pero sabía mucho más que ella. No sólo porque ella no sabe nada -si el conocimiento pudiera tener valores negativos, allí se encontraría Celaá-, sino porque es padre de una hija con síndrome de Down.
Algún tiempo después pidió disculpas, pero tarde, mal, poco, con la boca pequeña y de modo, tal y como diría Ashley Wilkes, totalmente insincero.
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