En todos los movimientos violentos, los que se creían más inteligentes buscaron usar a las masas, más violentas y descontroladas, como carne de cañón. En todos los casos, el tiro les salió por la culata.
Ocurrió con los sans-culottes
en la revolución francesa, y con los bolcheviques en la rusa. Y los golpistas
catalanes -pedecatos e ierreceos- han pretendido, tras crear a
toda una generación de descerebrados babeantes (de rabia), usarlos contra España.
El problema es que, cuando
desatas un monstruo, no es seguro que puedas volver a embridarlo. Ni siquiera
es seguro que no se vaya a volver contra ti. Cosa que parece haber ocurrido en
Cataluña, donde Estaca, una banda radical separatista, está amenanzando
al tripartito golpista (los dos citados más los Clicks Unidos de Playmobil)
al modo de los grupos entre mafiosos y terroristas: colgando muñecos de los puentes y advirtiendo que éste es el primer aviso.
Caquita se deberían hacer, si tuvieran dos dedos de frente…
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