Digo a cualquiera que quiera escucharlo -pero, sobre todo y por motivos obvios, a quienes no quieren oírlo- que los totalitarismos de entreguerras en Europa son todos de origen izquierdista. El bolchevismo -que perviviría todavía casi medio siglo- desde luego, pero también el fascismo y italiano (Mussolini era socialista) y el nazismo alemán (algunos parecen querer olvidar la parte que dice socialismo en el nombre completo de la ideología).
Fueron estos últimos, creo, los
que dijeron aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en una
verdad. Esto no es correcto, evidentemente, pero la afirmación podría
formularse en el sentido de que una mentira repetida mil veces acaba por ser
creída, o termina por ser tenida por cierta.
A esta insidia de origen, los neocom
españoles unen la estulticia y la osadía. Es decir, son gente cortita intelectualmente,
con poco bagaje cultural, y a ello unen una falta de vergüenza (son pues, en
los dos sentidos, unos sinvergüenzas) que les hace decir lo primero que se les
pasa por el vacío intracraneal sin pararse a pensar (entendámonos: pensar, lo
que se dice pensar… como que no) si será cierto, ajustado a Derecho o siquiera
ajustado a la realidad. Como suele decirse, a la ignorancia unen la
indiferencia (o la falta de escrúpulos), puesto que, ni lo saben, ni les
importa.
Viene toda esta larga digresión
(cuánto me cuesta no escribir disgresión) a propósito del (vamos a
llamarle así) reportaje, o confesión televisada (previo pago, por supuesto) de
Rocío Carrasco Mohedano (más conocida como Rociíto, con dos íes), en la que
denuncia haber sufrido malos tratos por parte de su primer marido y padre de
sus dos hijos, Antonio David Flores.
De acuerdo que el chavea no es
precisamente un modelo de comportamiento, carece de escrúpulos (o eso parece) y
toda su vida adulta (o casi) ha vivido gracias a ser ex de. Pero es que
la justicia ya le absolvió por maltrato reiterado hacia su ex mujer.
Nada de todo esto impidió a la ninistra
de Dalomismo, calientacamas del Chepas y marquesa de Villa
Tinaja intervenir en ese vertedero de detritos con forma de programa
televisivo, proclamando que ella sí que creía a la gimiente entrevistada. Como
tampoco tuvo óbice en reconocer que no conoce el antedicho proceso en el que el
presunto maltratador fue absuelto.
Total: ¿qué más da, que da lo mismo?
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