Los seres humanos en general tienden (¿tendemos?) a situar su nivel de inteligencia por encima de su nivel real. En el caso de los políticos -no digamos ya si son españoles, y encima de izquierdas-, muy por encima.
Es el caso del líder neocom,
que es uno de esos que se cree mierda y no llega a pedo. Piensa que es astuto y
listo, y lo que ocurre es que, en general, se enfrenta a estúpidos (más
estúpidos que él, quiero decir). Por ello, cuando pide que los barrios trabajadores vayan a votar para que cambien las cosas, implicando con ello
que si votan esos barrios, ganará la izquierda, olvida dos cosas.
La primera, que si el tan manido
dicho de que, como a la izquierda la votan teóricamente los pobres, a la
izquierda le interesa que haya pobres, es cierto, lo que harán los pobres es
votar a la derecha, que lo que quiere es que haya ricos.
La segunda, que ya hace cuarenta
años Francois Mitterrand se dedicó a cebar el Frente Nacional, al que empezaron
a votar los barrios obreros y que ha acabado siendo la primera fuerza en el
país (lo que ocurre es que, con el sistema de doble vuelta, en la segunda la
cosa se convierte en un todos contra Le Pen… cualquiera de ellos).
En tres semanas saldremos de dudas.
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