En España hay quienes añoran la república. La segunda, claro, porque la primera fue tan efímera, tan convulsa y tan desastrosa que, por no tener, no tuvo ni un jefe del Estado. En cuanto a la segunda, diría que ninguno de los que la añora la vivió, y ninguno de los que la vivió la añora.
Una cosa tienen en común ambos intentos republicanos: los dos fueron ilegales, y los dos fueron ilegítimos. Además, ambas repúblicas surgieron como consecuencia de sendas abdicaciones regias, ambas empezaron mal, ambas siguieron peor y ambas terminaron pésimamente.
En cuanto a la primera, fue
proclamada por unas Cortes que no tenían la competencia para hacerlo
(ilegalidad) y sin que se consultara cuál era la voluntad mayoritaria de los
españoles al respecto (ilegitimidad), suponiendo que la tuvieran.
En cuanto a la segunda… ¿qué
decir? Se proclamó tras unas elecciones municipales, no generales, en las que,
además, los partidos que preconizaban la república obtuvieron un resultado inferior
a aquellos otros que, al menos teóricamente, aceptaban la monarquía. Es decir,
no sólo la proclamaron quienes no tenían la potestad para hacerlo (ilegalidad),
sino que lo hicieron contra la voluntad mayoritaria de los españoles (ilegitmidad).
Por ello, a quienes me dicen que
antes creían en la monarquía, pero que la actuación de Juan Carlos I les ha
decepcionado y que sienten que Su Majestad el Rey don Felipe VI, a quien Dios guarde
muchos años, ya no les representa, les digo: reunid las firmas suficientes y
cambiar la Constitución o, de lo contrario, vuestra tercera república será tan
ilegal y tan ilegítima como lo fueron las otras dos.
¡¡¡VIVA EL REY!!!
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