Ha habido tantas noticias, en tantos sentidos diferentes -y a veces opuestos o contradictorios- en este asunto de las vacunas contra la Covid-19 que uno ya no sabe a qué carta quedarse.
Si por un lado el ninisterio
de Mortandad ha descartado retrasar la segunda dosis de las vacunas -lo que
demuestra un rasgo de sentido común que sorprende por lo inhabitual-, la
Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en… ¿inglés?) ha respaldado la vacuna de Janssen y califica los trombos de efecto adverso muy raro.
Dejando aparte que habría qué
saber qué porcentaje real de aparición de trombos es el que se da (si todos los
casos, por ejemplo, fueran mujeres varicosas de entre cuarenta y cinco y
cincuenta y cinco años, tendría cuidado al administrar la vacuna a esa franja
de la población), en el mientras tanto, ¿qué pasa con todos a los que se
ha dejado en suspenso? ¿Quién les resarce de la zozobra, la desazón y el
desasosiego?
Por ello, y por mucho más…
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