A efectos de un equitativo reparto de la riqueza -esto es, que cada cual tenga lo que se merece-, nada se ha inventado mejor que el libre mercado. Ojo, que con esto no quiero decir que el libre mercado haga que todos tengan lo mismo, sino que todos obtengan lo que se ganan.
Naturalmente, siempre habrá perjudicados, pero para esto están las
pequeñas correcciones que el Estado debería hacer. Cosa muy distinta es un
mercado intervenido, donde los precios están completamente distorsionados y
donde, con frecuencia, se desincentiva a la gente.
Y un ejemplo de lo que digo -admito un posible sesgo de confirmación-
se está produciendo en Argentina, donde el fin de la ley de alquileres ha hecho
que el número de apartamentos para alquilar en Buenos Aires se haya duplicado.
Mientras, en España, suben los precios y baja el número de pisos ofertados.
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