Dice un viejo chiste -de derechas, claro- que los españoles tienen tres rasgos -decencia, inteligencia y ser de izquierdas-, pero sólo de dos en dos: los que son decentes e inteligentes, no son de izquierdas; los que son decentes y de izquierdas, no son inteligentes; y los que son inteligentes y de izquierdas, no son decentes.
Es un chiste, claro, y como tal no responde a
la verdad: ha habido españoles de izquierdas -hablaré sólo de los difuntos-
como Julio Anguita, Marcelino Camacho o Nicolás Redondo Urbieta a los que
considero, a la par, decentes e inteligentes.
Y, claro está, luego encontramos a los que,
siendo de izquierdas, no son ni decentes ni inteligentes. Personajes como el
psicópata, que es sólo falto de escrúpulos, o como el mamporrero que ha puesto
al frente del Tribunal Prostitucional, que va a resultar que es un tipo mezquino
y rencoroso.
Porque hace diez años optó a la presidencia
de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, y salió derrotado. Y lo que está
haciendo ahora, además de por ambición, por servilismo y por sectarismo, lo
está llevando a cabo por venganza.
Que quizá no sea por eso, pero… ¿a que colaría?
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