Desde la instauración de la democracia, todos los gobiernos nacionales -por acción u omisión, por connivencia o desidia, por interés o cobardía- han ido cebando la bomba separatista, aunque nunca hasta ahora habíamos estado tan cerca de prender la mecha.
Lo malo -o lo bueno, según se mire- es que,
crecidos, los separatistas -hablo, naturalmente, de vascos y catalanes- se han
venido arriba y han puesto sus miras en los territorios que se extienden al
otro lado de los Pirineos. Y mientras los de la barretina proclaman su intención
de incluir la Alta Cerdaña y el Rosellón, los del hacha y la serpiente ponen
sus ojos en las Vascongadas francesas.
Y para ello, el partido de ETA busca impulsar el separatismo en la zona. Y como tienen al psicópata de la Moncloa cogido por
el dídimo que les dejan libre los catalinos, capaces son de exigirle que
secunde su iniciativa… y capaz es Sin Vocales de hacerlo. Lo que pasa es
que los franceses son centralistas como pocos, y no pueden permitirse veleidades
separatistas en el golfo de Vizcaya… porque al otro lado del país están los
corsos, que tampoco tienen demasiado sentido del humor.
Menos mal que en Galicia ha perdido el benegé, que de lo contrario ya podían irse preparando en Lisboa…
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