El partido de la mano y el capullo siempre ha mostrado cierta comprensión, cuando no abierta simpatía, por los movimientos regionales separatistas. No les ha importado que esos movimientos fueran violentos: al fin y al cabo, pocos partidos han cometido en España -con la excepción de los comunistas en la década de los años treinta- los crímenes que ha perpetrado la formación fundada por Paulino Iglesias.
En eso, como en tantas otras cosas, el psicópata de la Moncloa no
supone una novedad. Es, lisa y llanamente, la culminación de un proceso. Por lo
que el hecho de que el partido de ETA se salte la Ley para respaldar a etarras en Navarra ante el silencio del PSOE supone tanta noticia como el que un perro
muerda a una persona.
Lo noticiable sería que el PSOE se opusiera.
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