Suele acusarse a los bancos de ser poco amigables con las personas mayores, obligando siempre los clientes a tirar de tecnología y prescindiendo o restringiendo el elemento humano.
Pero ahora es también el sector público el
que tira de gerontofobia. Precisamente cuando al frente del mismo lleva un
lustro la izquierda, esa que dice preocuparse por la gente. Porque la Justicia,
en un nuevo varapalo a Hacienda (que lo seremos todos, pero no lo parece), ha anulado la obligación de hacer la declaración de la renta por medios telemáticos.
A mi padre, que tiene ochenta y ocho años, se la hago yo, pero… ¿y si yo no estuviera? ¿Y si, en lugar de vivir en Madrid, viviéramos en un pueblo aislado, con mala conexión a Internet?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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