Leí en alguna parte que cuando a una palabra que designa un concepto ya existente (llámese guitarra o matrimonio) se le añade un adjetivo que lo matiza (sea eléctrica o igualitario) es porque el nuevo concepto al que hacen referencia no responde exactamente al preexistente. Es decir, que una guitarra eléctrica no sería exactamente una guitarra, y un matrimonio igualitario no sería exactamente igualitario.
Inciso. En esto, como en tantas otras cosas, los progres meten la pata
hasta el corvejón al usar las palabras. Así, cuando hablan de lenguaje
inclusivo para referirse a la abolición del masculino neutro, lo que hacen
es excluir a las mujeres de ese masculino neutro, por lo que su lenguaje es
excluyente. Del mismo modo, al definir como igualitarias las uniones
homosexuales (me niego a llamarlo matrimonio), implican que los demás
matrimonios (los de toda la vida) no lo eran. Dejando aparte que si lo
llamaran matrimonio entre personas del mismo sexo quedarían fuera todas
las variedades que pueblan el rico universo NoCHe. Fin del inciso.
Lo dicho anteriormente es especialmente frecuente en el caso de la
política, sobre todo si hablamos de los marxistas: la dictadura del
proletariado es una dictadura, sí, pero el proletariado vive tan sometido, o
más aún, como en el capitalismo más salvaje; las repúblicas democráticas son
cualquier cosa menos democráticas (solían decir que Alemania Oriental era el
país de las tres mentiras: no era una república, ni era democrática, ni era
Alemania); y las democracias populares, amén de no ser democracias, son
cualquier cosa menos populares (en los dos sentidos de del pueblo
y estimado).
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