Nunca he entendido el porqué de la existencia de una delegación del Gobierno en Madrid, teniendo en cuenta que el gobierno se encuentra precisamente en Madrid.
Según escribía, se me ocurrió que la única explicación razonable es que
esta figura fuera la heredera de los antiguos gobernadores civiles. Una consulta
a Wikipedia me confirmó lo acertado de mi ocurrencia.
A lo que vamos. En el caso de Madrid, el delegado del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer funciona como un elemento más
de oposición al gobierno regional (y al municipal cuando el consistorio es
dirigido por los populares). De poco les sirve, puesto que las sucesivas
correas de transmisión del psicópata de la Moncloa se han ido quemando uno tras
otro.
La última -de momento- del último -de momento- ha sido acusar a la presidente de la Comunidad de obligar a la policía a callar las denuncias por
agresiones en Alcalá de Henares. Sin embargo, antes se coge a un mentiroso que
a un cojo, y más si el mentiroso es tan torpe como suelen serlo los últimos
detentadores del cargo. Y tanto da que le prestara apoyo Lobito, el jefe
del grupo socialista en la asamblea legislativa madrileña, porque los hechos
son incontrovertibles, y las denuncias se habían producido.
Y es que hay veces que los delincuentes son extranjeros, por mucho que la izquierda se empeñe en negarlo o intentar ocultarlo.
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