Es bastante común en el género humano proyectar en los demás aquellos defectos de los que uno adolece. En esto los políticos españoles de izquierdas son tan humanos como el que más.
Un rasgo común en la izquierda patria es la carencia casi absoluta de escrúpulos. A tenor de lo dicho en el primer párrafo, tienden a pensar que los demás son tan amorales como ellos.
Por eso el PSOE dijo, hace veinte años, que con hundir otro Prestige tenían ganadas las elecciones.
Por eso al PSOE lo único que le preocupaba las jornadas posteriores a la masacre del 11 de Marzo era que finalmente se estableciera que, en efecto, había sido la banda terrorista vasca de ultraizquierda la autora de los atentados.
Por eso, el terrorista que está al frente del partido de la ETA, y que tiene al
psicópata cogido por el dídimo izquierdo -el derecho se lo aprieta Cocomocho-
dice que el Estado quería que ETA siguiese matando, y que por eso fueron
a por él.
No porque fuera un terrorista, no porque fuera un miserable, no porque fuera un hijo de mil padres: sólo para que los del hacha y la serpiente siguieran matando.
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