A un chantajista nunca se le puede dar todo lo que pide, ni hacerlo demasiado pronto. Porque, si se comente ese error, se demuestra debilidad, y es algo que aprovechará el extorsionador.
Claro, que si los pagos se hacen con dinero
ajeno, el chantajeado se preocupa menos. Pero, aun así, puede cometer errores,
como acceder a peticiones que poderes superiores rechazarán.
Es el caso del psicópata de la Moncloa y Cocomocho.
Necesitado de sus votos, le ha ido concediendo todo aquello que le ha
requerido. ¿Tramitar una ley de amnistía? Adelante. ¿Admitir la existencia de lawfare
en España en los procesos contra los golpistas? Cómo no. ¿Que la amnistía se
remonte hasta los tiempos de Maricastaña? Venga, vamos. ¿Qué incluya los actos
de terrorismo? Por supuesto.
Pero aquí es donde los de la mano y el
capullo se pueden haber pasado de frenada. Porque allende los Pirineos no ven
con simpatía eso de perdonar el terrorismo. Y entonces, el prestidigitador monclovita
se ha sacado de la manga el concepto de terrorismo light, que sería
aquel que no supone una violación grave de los derechos humanos.
Sólo que el terrorismo supone la utilización del terror como herramienta política. Y el uso del terror coarta la libertad de las personas. Y la libertad individual es un derecho humano. Con lo que, en cuanto la norma llegase a Perpiñán, sería recurrible ante las instancias europeas.
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