Los marxistas suelen predicar una serie de consignas que aplican a todos… salvo a sí mismos, claro. Ya sea el acabar con los empresarios o la libertad de expresión, siempre dirigen estas proclamas de modo que les beneficien a ellos; porque cuando son los demás los que actúan como los marxistas dicen que debe actuarse, se revuelven como los bichos que son.
Hace cosa de un mes, una actriz española se manifestó en apoyo a los
presos de la banda terrorista vasca de ultraizquierda: no comparto su posición
pero, como dijo Churchill, defenderé hasta el final su derecho a manifestarla.
Igual que defenderé el derecho de que una empresa decida prescindir de
esa persona por sus manifestaciones filoterroristas, al estimar que puede
perjudicarles tenerla como imagen. Algo que, por lo visto, los comunistas
patrios no consideran tan digno de respeto.
O jugamos todos, o rompemos la baraja. Eso, por no hablar de fornicio, peripatéticas y cauces fluviales.
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