Este pasado Domingo se celebraron las elecciones regionales en Galicia y, en contra del tópico, los de la esquina noroccidental de la península hablaron claro.
Dijeron que quieren que el Partido Popular
siga gobernando sin depender de nadie: en unos comicios en los que subió la
participación respecto a los anteriores, los populares consiguieron una holgada mayoría absoluta.
Dijeron que, entre la copia y el original,
prefieren el original: se quedaron con el Bloque Nacionalista Gallego (benegé,
y no benegá), comunistas y separatistas, en lugar de elegir a los suciolistos
o a los cocuquistas. De rebote, la división de la extrema izquierda dejó fuera al comunismo nacional en pleno… lo cual me da pie a utilizar una imagen que tenía
guardada desde que el Chepas pidió no votar a la tucán de Fene en estos
comicios.
Y como los de la mano y el capullo son muy
humanos en eso de echar la culpa a los demás, han eludido la autocrítica -la
culpa es, bien del PP por adelantar los comicios (claro que sí, lo lógico sería
que el que gobierna convoque elecciones en función de los intereses de la oposición…
estos están cada día más idiotas), bien de los propios barones territoriales,
que no tienen suficiente predicamento (como si el el PSOE del psicópata alguien
tuviera capacidad de iniciativa)- y han bendecido el auge de los separatistas, con
la retrógrada consigna de que la tierra es para quien la trabaja.
Y es que ya se sabe que los de la mano y el capullo, eso de trabajar, como que no…
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