Dado el sistema electoral español, en el que rige una variante de la ley D’Hont, a cualquier partido político con posibilidades de gobernar -desengañémonos: el bipartidismo habrá muerto, o eso dicen, pero los dos únicos con posibilidades reales siguen siendo los del charrán y los de la mano y el capullo- le interesa que en su costado ideológico haya las menos formaciones posibles y, por el contrario, cuantas más mejor en la otra orilla.
Por eso mismo el psicópata de la Moncloa, aun
teniendo de los peores resultados históricos de su partido, ha podido seguir
detentando el poder: no sólo por su ausencia absoluta de escrúpulos, que le
permite aliarse hasta con el diablo, sino porque en la izquierda eran dos y en
la derecha tres.
Por eso mismo, a los que somos de derechas
nos parece muy bien que los de la hoz y el martillo anden a la gresca, los neocom
contra los cocuquistas, mientras todos intentan seguir viviendo del
cuento. Y resulta bastante hilarante -por no decir reconfortante- leer un
titular como Sumar trata de fijar su rumbo ante un Podemos dispuesto a forcejearpara liderar el espacio a la izquierda del PSOE.
Pues nada, nada: que sigan fijando, forcejeando y liderando hasta que el infierno se congele, o hasta que las ranas críen pelo, lo que ocurra antes.
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