martes, 17 de diciembre de 2024

Reflexiones atemporales CCXXXVIII – De catorce en catorce

De todas las entradas que hasta ahora he escrito en esta serie, la de hoy probablemente sea la más personal y, por ello mismo, la más intransferible y menos extrapolable.

Porque me ha dado por pensar que, en mi vida, las cosas suceden cada catorce años. Sí, de acuerdo, suceden cosas importantes todos los años de la vida de una persona, o casi, pero las determinantes -o así quiero verlas-, las que de verdad suponen un antes y un después, me han ocurrido cada catorce años. Además, nací un catorce de Octubre. Vamos a ello.

En la primavera de 1.982 -ese año cumpliría los catorce- hice mi primer viaje en avión, al extranjero y a París. Luego estuve en París otras dos veces (curiosamente, cada diez años), he volado a (literalmente) la otra parte del mundo y he viajado, pero esa fue la primervez.

En 1.996, justo cuando cumplía los veintiocho -el mismo día de mi cumpleaños-, leía el cuarto ejercicio de mi oposición, y último eliminatorio. Dos días después sabía la nota, y mes y medio después tomaba posesión.

En 2.010 murió mi madre. En 2.024, mi padre. En 2.038 alcanzaré los setenta años de edad y, salvo novedad legislativa, me jubilaré. Así que me pregunto qué me pasará a los ochenta y cuatro. Porque, citando a Isaac Asimov, aunque no cuento con vivir eternamente, tengo intención de prolongar la cosa tanto como me sea posible y, de hecho, llegar al menos a los 96 (cumplidos) para intentar ver el cometa Halley en su próxima visita a la Tierra. Estuve pendiente en la anterior, pero no logré verlo. Al menos, aproveché para leerme Cita con Rama, no hay mal que por bien no venga.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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