sábado, 28 de diciembre de 2024

Menos bromas

La pareja del psicópata de la Moncloa, en sus comparecencias, o bien ha mantenido un silencio que visto lo visto -luego abundaré sobre eso- podría calificarse, sin temor a errar, de prudente, o bien ha leído una soflama que, repito, justificaba su silencio alternativo.

Porque cuando por fin ha decidido abrir la boca para algo más que para respirar y ha declarado en sede judicial por primera vez, ha hecho que más de uno se pregunte si su defensa jurídica la ha contratado su peor enemigo, o si se limita a no hacerle ni refitolero caso.

Porque entra dentro de lo lógico echar la culpa a la Universidad Complutense, una entidad llena de gente muy leída y escribida que lo tendría fácil para aprovecharse de alguien como ella, que tiene una formación académica tirando a ramplona y una experiencia laboral tirando a escasa y prescindible.

Pero decir que actuó sin ánimo de lucro ya cae dentro del cachondeo más absoluto. Porque si algo ha quedado claro en todo este tiempo es que la interfecta montó el chiringuito con todo el ánimo de lucro del mundo, para ella y para todos los que participaron en el contubernio.

No en vano, hasta sus más allegados hablan de actividad profesional. Y cuando alguien ejerce una profesión, sea la más antigua del mundo o cualquier otra, es precisamente para lucrarse.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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