Conforme avanza la instrucción del proceso en el que se encuentra involucrada la pareja del psicópata de la Moncloa, se acrecienta en mí la duda de si el equipo legal que aconseja a la investigada ha sido elegido por su peor enemigo -en cuyo caso deberían despedirle- o si, por el contrario, la defendida y su entorno no hacen ni refitolero caso de sus consejos (en cuyo caso debería presentar su renuncia ipso facto).
Porque se hace difícil imaginar más dislates, insensateces, imprudencias y, en general, metidas de pata que las que han seguido esta panda de (presuntos) bribiones y (presuntos) facinerosos. Ahora, la asesora de Moncloa a la que llamaban secretaria de Begoña Gómez se ha descolgado diciendo que le hacía favores a la susodicha porque era su amiga. Alguien debería decirle hasta la amistad tiene límites.
Que , entre amigos, hay favores que no deben pedirse y que, de pedirse, no deben hacerse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario