miércoles, 11 de diciembre de 2024

Por la filosa

Me voy a columpiar un poco en la introducción de esta entrada, pero es para darle un tono científico y docto al asunto. Allá vamos.

Una de las controversias que se plantean en el estudio del comportamiento humano es qué parte del mismo cabe atribuir a la genética y cuál a la educación, al entorno. Cuando los sujetos crecen separados es más fácil determinarlo, ya difieran los comportamientos (predominaría el entorno), ya coincidan (predominaría entonces la genética).

Pero si los sujetos se han criado juntos, cabe todavía que los comportamientos difieran, con lo que tendría mayor peso la genética. Lo malo es cuando los comportamientos son parejos, porque entonces uno no sabe, parafraseando a Jessica Rabbit, si es que les dibujaron así o, como cantaba Jeanette, es el mundo el que les ha hecho como son.

Resumiendo: que si el psicópata de la Moncloa y su hermano, el teledirector de orquesta, muestran la misma falta de escrúpulos éticos y de respeto por el ordenamiento jurídico y las formas, cabe que el que se criaran juntos produjo este efecto; o bien es que la mezcla genética de sus progenitores dio en ambos casos este resultado nefasto.

Sirvan todas estas disquisiciones para señalar el hecho de que David Sánchez ha sido citado a declarar como imputado, y que la Unidad de Crimen Organizado -si hay una organización criminal en España que merece ser la decana de las del gremio, esa es el partido de la mano y el capullo- ha señalado que la creación del puesto que se le asignó -iba a decir que ocupó, pero (valga el juego de palabras facilón) su presencia brilló por su ausencia- atendió a prioridades distintas de las técnicas.

Vamos, que se lo dieron, es un decir, por su cara bonita. O por la de su hermano, que viene a ser lo mismo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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