Me voy a columpiar un poco en la introducción de esta entrada, pero es para darle un tono científico y docto al asunto. Allá vamos.
Una de las controversias que se plantean en
el estudio del comportamiento humano es qué parte del mismo cabe atribuir a la
genética y cuál a la educación, al entorno. Cuando los sujetos crecen separados
es más fácil determinarlo, ya difieran los comportamientos (predominaría el
entorno), ya coincidan (predominaría entonces la genética).
Pero si los sujetos se han criado juntos,
cabe todavía que los comportamientos difieran, con lo que tendría mayor peso la
genética. Lo malo es cuando los comportamientos son parejos, porque entonces
uno no sabe, parafraseando a Jessica Rabbit, si es que les dibujaron así o,
como cantaba Jeanette, es el mundo el que les ha hecho como son.
Resumiendo: que si el psicópata de la Moncloa
y su hermano, el teledirector de orquesta, muestran la misma falta de
escrúpulos éticos y de respeto por el ordenamiento jurídico y las formas, cabe
que el que se criaran juntos produjo este efecto; o bien es que la mezcla
genética de sus progenitores dio en ambos casos este resultado nefasto.
Sirvan todas estas disquisiciones para
señalar el hecho de que David Sánchez ha sido citado a declarar como imputado,
y que la Unidad de Crimen Organizado -si hay una organización criminal en
España que merece ser la decana de las del gremio, esa es el partido de
la mano y el capullo- ha señalado que la creación del puesto que se le asignó
-iba a decir que ocupó, pero (valga el juego de palabras facilón) su
presencia brilló por su ausencia- atendió a prioridades distintas de las
técnicas.
Vamos, que se lo dieron, es un decir, por su cara bonita. O por la de su hermano, que viene a ser lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario