El desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer podrá proclamar por activa, por pasiva y por perifrástica que gobierna porque ganaron las elecciones, porque tienen el respaldo de la ciudadanía y cincuenta mil pamemas más. La realidad es muy otra.
La realidad es que el psicópata de la Moncloa
no puede salir a la calle sin que le pongan como hoja de perejil, le silben, le
arrojen barro o le golpeen con un palo de escoba. La realidad es que todos y
cada uno de los integrantes de la coalición Frankenstein le tienen tan
agarrado por los dídimos que se ve obligado a prometerles el oro y el moro con
tal de seguir un minuto más detentando el poder.
La verdad es que el fiscal particular del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer va a una taberna
gourmet en Valencia y le llaman corrupto.
¡A quién se le ocurre!
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