Como no paro de repetir, el psicópata de la Moncloa no supone una novedad en el partido de la mano y el capullo. Tradicionalmente, todos los dirigentes del partido que han llegado a algo en lo público han mostrado ser unos autócratas, escasamente democráticos y muy proclives a confundir lo público con lo particular.
Antes, por lo menos, disimulaban. Pero Sanchinflas,
quizá porque percibe el ruido de las togas que le van cercando a él y a su
entorno, ha tirado la careta (nunca ocultó demasiado para los que teníamos
ojos). Por eso, tiene gracia un titular como el que rezaba Los presidentes
autonómicos, sorprendidos con el despotismo de Sánchez.
El psicópata siempre ha sido un sujeto
autoritario y displicente, decidido siempre a hacer su voluntad. Y su voluntad
es sólo una: detentar el poder tanto tiempo como le sea posible, haciendo para
ello todo lo que sea preciso.
Y si para ello tiene que intentar camuflar la
bajada de pantalones con los secesionistas catalanes, ofreciendo una quita de la deuda autonómica a todas las comunidades, lo hace. Aunque eso suponga
llamarnos dos veces tontos: primero, porque al no ser lineal, sino porcentual,
perdonará más a quien más debe, y esos son los de la barretina; y segundo,
porque ese perdón no significa que la deuda se esfume en el aire, sino que
alguien tendrá que pagarla, siquiera sea dejando de percibir lo que se le debe…
y ese alguien somos todos los españoles.
Claro, que siempre hay alguien sin esos
complejos que aquejan tradicionalmente a la derecha hispana, y ese alguien es
la presidente de la comunidad autónoma de Madrid, que rechazó la condonación propuesta por el psicópata, salvo a Valencia, y señaló una de esas verdades del
barquero que tanto molestan a la izquierda: que no somos un estado federal.
Por mucho que se empeñe la izmierda española.
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