Hay algunas noticias en las que, si sólo lees el titular, te da por pensar mal (peor, quiero decir).
Por ejemplo, tomemos el caso de la que está
encabezada por El juez Peinado ordena investigar las cuentas bancarias de Begoña Gómez, y pide al Registro su certificado matrimonial.
Alguna mente perversa podría pensar que se
trata de dilucidar si la susodicha y el psicópata de la Moncloa están
verdaderamente unidos en matrimonio, o bien se trata de otra de las trolas en
las que vive instalado quien preside el desgobierno socialcomunista que tenemos
la desgracia de padecer.
Algunos con la mente verdaderamente sucia,
con un ánimo avieso, podrían conjeturar que de lo que se trata es de desentrañar
uno de los rumores que circulan sobre la imputada, a saber, el de si siempre ha
sido Begoña o si, por el contrario y como aseguran algunos (que dicen saberlo
de muy buena tinta, aunque siempre es un amigo de un amigo), al comienzo de su
vida era, por decirlo oblicuamente, Begoño.
Pues no, se trataba de algo mucho más prosaico: ver el régimen económico matrimonial bajo el que contrajeron nupcias Sanchinflas y su cónyuge.
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