Desde la óptica giliprogre europea, el Partido Demócrata estadounidense son los buenos, y el Republicano serían los malos. Dejando aparte el hecho de que pocas cosas hay más reaccionarias en Estados Unidos que un demócrata del Sur, la Historia desmiente semejante creencia.
Para empezar (¿casualidad? Puede), fue bajo
presidencias demócratas que los Estados Unidos se embarcaron en ambas guerras
mundiales (Wilson la Primera, Roosevelt la segunda). Podríamos decir, a la
recíproca, que debemos (dos veces) a los demócratas no haber terminado hablando
todos alemán a este lado del Atlántico, pero quiero pensar que los yanquis
habrían acabado haciendo más o menos lo mismo aunque quien ocupara el despacho
oval fuera un republicano.
Si bien fue bajo mandato republicano
(Eisenhower) que EE.UU. se involucró en el conflicto de Vietnam, la cosa fue a
mayores con las presidencias de Kennedy y Johnson (demócratas), y fue un republicano
(Nixon) el que le puso fin. Nuevamente, probablemente con presidencias
invertidas las cosas habrían sucedido más o menos igual (la geopolítica es la
geopolítca)
Fue con un presidente demócrata que los
ayatolás tomaron el poder en Irán, y los rehenes en la embajada americana. Fue con
un presidente republicano que comenzó a hacerse visible el derrumbe de la Unión
Soviética. En realidad, últimamente, los presidentes demócratas han empezado
más guerras que los republicanos.
Centrándonos en la política interna del país,
hay que recordar el pucherazo a favor de Kennedy en 1.961, el globo sonda de
Joe Biden de aumentar el número de jueces del Tribunal Supremo (para así proponerlos
él y asegurarse una mayoría demócrata), las presiones a Sotomayor para
que renuncie y sea Biden quien proponga a su sustituto… y, ya en los minutos
finales, el indulto del pedófilo senil a su hijo, tras prometer que no lo haría
(¿se le habrá olvidado?). Claro que, en este último caso, tenemos el caso de
Ford amnistiando a Nixon.
Si la mitad de todo lo anterior hubiera sido a la inversa, ardería el Capitolio.
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