Que el actual partido de la mano y el capullo no es distinto del que le precedió (el llamado por algunos otro PSOE) lo demuestra en que caen en los mismos vicios y maneras que los que les precedieron, sólo que dándose más prisa. Y, claro, los escándalos afloran a mayor velocidad.
Unos y otros enchufaron a familiares, amigos y
compinches; unos y otros hicieron de la Administración su cortijo; unos y otros
saquearon los fondos públicos; unos y otros buscaron controlar todos los
resortes del poder; unos y otros laminaron a aquellos que se les oponían dentro
del partido, y buscaron la llamada muerte civil de quienes fuera de él destapaban
sus desmanes.
En lo único en que se diferencian es en la
desfachatez, la cara dura, la jeta, el rostro de hormigón armado con el que
hacen las cosas. Eso y que, como se han criado dentro de un sistema educativo
excretado por la izquierda, resultan más bien torpes, zotes, toscos. Resumiendo:
que se les pilla mucho antes.
Y uno de esos pufos es el rescate de Globalia, rescate que al parecer no habría sido necesario, puesto que tenía un patrimonio hotelero de dos mil millones de euros cuando pidió el rescate. Pero había que vestir la mona, y para ello fingió una fusión para tapar tan millonario patrimonio tras reunirse por el rescate con el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
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