La clase política española actual no es de lo mejor. Esto -desde mi ideológicamente sesgado punto de vista- es especialmente cierto en el caso del partido de la mano y el capullo. Encabezados por el psicópata de la Moncloa, parecen decididos a cambiar de arriba abajo el sistema institucional español para perpetuarse en el poder (algo que, por otra parte, siempre ha estado en su modus operandi, desde el mismo momento de su creación).
En el último día de la Constitución,
el psicópata y su mamporrera en la cámara baja, Paquita Alcanfor,
defendieron reformar la Carta Magna para blindar derechos ante un avance
reaccionario. Entre esos derechos estarían el aborto (que NO es un
derecho, por mucho que se empeñen feminazis, giliprogres y demás miserables
morales), lo que llaman matrimonio igualitario (lo que implicaría
que el de toda la vida no lo sería) o la revalorización de las
pensiones.
Eso sí, no aclaran cómo van a reformar la Constitución. No aclaran cuándo van a reformar la Constitución. No aclaran por qué van a reformar la Constitución. Y, sobre todo, no aclaran con quién van a reformar la Constitución.
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