Se denomina singularidad tecnológica al advenimiento hipotético de inteligencia artificial general (también conocida como inteligencia artificial fuerte, que implicaría que un conjunto de algoritmos, redes informáticas o robots, puedan ser capaces de diseñar o producir computadoras o robots mejores que los ya existentes; las repeticiones de este ciclo de mejoras podrían dar lugar a un efecto fuera de control —una explosión de inteligencia—donde las máquinas inteligentes diseñarían generaciones de máquinas cada vez más potentes, desarrollando una inteligencia cada vez más superior a la humana. Vamos, algo parecido a lo planteado en la saga Terminator.
Personalmente, creo que la cosa está todavía
lejos. Las máquinas actuales no son inteligentes en el sentido tradicional de
la palabra: simplemente, tienen una potencia de cálculo brutal, lo que les
permite barajar las innumerables posibilidades que una determinada cuestión
plantea a una velocidad que excede en mucho a la que el hombre, incluso el más
brillante, es capaz de alcanzar.
Y siempre carecerán de ese toque de
genialidad -al que acompañan el sentido del humor y la ironía- que caracterizan
a los humanos. Ese toque que permitió a personas como Churchill -y si no fue él,
merecería haberlo sido- decir que quien a los veinte años no es de izquierdas
no tiene corazón, pero quien sigue siéndolo a los cuarenta, lo que no tiene es
cerebro.
Al hilo de lo cual, quizá la singularidad de marras esté más cera de lo que pensaba, porque una investigación afirma que ChatGPT se está haciendo de derechas. Lo cual, teniendo en cuenta que internet suele estar sesgada a la izquierda, demuestra a la vez criterio e inteligencia.
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