Y si por un lado hoy he hablado de la corrupción que rodea al psicópata de la Moncloa, por otro hablo aquí del nepotismo iletrado que también le afecta.
Porque el teledirector de orquesta que
no sabía dónde se encontraba su puesto de trabajo, ni en qué consistía
exactamente, ve cómo se estrecha el cerco judicial sobre su persona, al pedir que vuelva a declarar y que se perite su firma en una prueba clave.
Tic tac, tic tac…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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