Los ecologistas sandía -ya se sabe, verdes por fuera pero rojos por dentro- presumen de animalistas y son más bien animatontos, porque con frecuencia el campo que han visto es en las fotos, y conocen a los animales por las películas de Disney.
Por eso, sus decisiones suelen ser erróneas,
cuando no directamente contraproducentes. Es lo que ha ocurrido con un Decreto
Ley que ha aprobado el Ministerio de Agricultura. La norma va en contra de la ley
Petarda-Sánchez (no olvidemos que, aunque el desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer es un órgano colegiado, todos sus miembros
están ahí porque les ha puesto el psicópata de la Moncloa), otro texto
legislativo que tal baila, un dislate tras otro.
Pues bien, el decreto en cuestión busca el
dificultar el acceso a los antibióticos para evitar resistencias. Esto puede
ayudar a terminar con las colonias felinas -no nos vamos a dedicar a hacer
paella gatuna tras paella gatuna-, pero también puede suponer -de hecho, ya ha
supuesto en un caso- la muerte de mascotas porque no se les puede administrar
un antibiótico sin antes hacer un antibiograma, una prueba de cultivo. Y ahí
estaban los ecolojetas de salón, recriminando a los veterinarios no
haberse saltado la ley para salvar a la perra fallecida.
La curiosidad mató al gato, dice el refrán… y la burocracia, al perro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario