Mi duda perenne sobre la izquierda española es cuál de sus dos rasgos más importantes -la maldad y la estulticia- es el predominante.
Cada vez que llego a una conclusión, se las
apañan para hacerme dudar. Y luego están esos otros casos en los que resulta
materialmente imposible dilucidar el tema, porque ambos defectos alcanzan tales
cotas que escapan a mi pobre capacidad de medida.
Es el caso de los neocom: cuando
estaban en el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer
patrocinaron diversas medidas, ninguna de ellas buena o beneficiosa. Entre las
de mayor repercusión se encuentra la ley Montero-Sánchez, conocida como ley
del sólo sí es sí y que tenía por objeto declarado la protección de las
mujeres contra la violencia sexual.
Como suele suceder cuando colocas a un inútil
en un puesto de responsabilidad, la cosa no pudo salir peor, porque la
consecuencia inmediata fue la reducción de penas a violadores y maltratadores,
o su puesta en libertad; y no porque los jueces -hay más juezas que jueces, y
me apuesto el cuello a que en los juzgados llamados de violencia de género
la proporción aumenta- fueran machistas, heteropatriarcales o franquistas, sino
porque la norma estaba hecha con el culo (y eso, siendo generosos en la
valoración).
Pues bien, los neocom siguen debieron
creerse aquello que dijo el psicópata de la Moncloa de que la ley suponía un
hito de tal calibre que sería tomada como ejemplo por los demás ordenamientos
jurídicos (quizá… pero más bien como ejemplo de lo que NO hay que hacer) y ha
pedido dar el nombre de la fautora de semejante dislate a un centro contra la violencia sexual.
Hay que joderse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario