Una matraca bastante común de los de la mano y el capullo, los comunistas de toda laya y los maricomplejines es que el Estado derrotó a la banda terrorista vasca de ultraizquierda y que ésta desapareció. Nada más alejado de la realidad.
ETA no fue vencida, sino que triunfó. Dejó de
matar por una combinación de no poder hacerlo en ese momento y ver la
posibilidad de alcanzar sus objetivos -el poder en Vascongadas, primero, y la
independencia, después- sin que sus miembros tuvieran que arriesgar ni la vida ni
la libertad. Porque, no conviene olvidarlo, ETA estaba llena de cobardes y de
miserables.
El poder ya lo han alcanzado, merced a la
connivencia de los comunistas y la tolerancia, cuando no la complicidad delictiva,
del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer. Y si
alguien tiene la osadía de decir en público las cosas como fueron y como son,
siempre habrá quien salte para rebuznar que tal actitud es reaccionaria
y peligrosa.
Porque, afrontémoslo, saber según qué verdades resulta peligroso… para los mentirosos. No sea que alguien reaccione.
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