Por mucho consenso al que se llegue -pasteleo, más bien-, mientras los políticos metan las manos en el nombramiento de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, éste será un órgano politizado.
A los hechos me remito. En la última renovación, diez miembros fueron propuestos por -o contaron con el beneplácito de- la izquierda y otros diez por la derecha, con la presidente perteneciendo al (mal) llamado sector progresista.
Sin embargo, la presidente ha demostrado una encomiable independencia de criterio y una todavía más encomiable integridad profesional, llegando a cantarle las cuarenta en bastos al psicópata de la Moncloa. Y como éste lleva fatal que se le contraríe, los vocales izquierdistas del Consejo han boicoteado una veintena de nombramientos de jueces para desgastar a la presidente.
Sí, lo sé, he establecido una relación de causa a efecto entre Moncloa y Marqués de la Ensenada.
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